miércoles, 16 de junio de 2010

20

"A los 15 supe toda la verdad,
que yo nací para volar.
A los 18, eramos extraños
dos pives locos de par en par.
Luego fue la fiebre de los 20 años
romper con todo.
Me balanceaba sobre los tejados..."
Amaral


Ser una nube en pantalones entrañaba demasiados riesgos. Por ejemplo, despertar vulnerable y diminuta en medio del vértigo con el cuerpo anestesiado al frío. Lo sabía.Joder.Ella lo supo siempre.

Sin embargo siempre detestó el cinismo como forma de vida. En cambio guarda un insano gusto por la velocidad, la altura y la liberación de endorfinas; aunque aquello significara dejar una puerta abierta para que el pretérito se metiera en la piel hasta el homicidio por asfixia.
Repensaba punto tras punto, si quizás aquella no había sido la clave. Durante aquellas noches que rondaba barras de bares y sacaba el corazón diletante por el filo de los dientes, hasta moderlo. Y quedarse así durante días con aquel regusto a acre, fantasmas y whisky.
Y así fue como el peligro transguedió su mañana. Algo lejos rompió el día. Las palabras comenzaban a andar por su suave piel. Y su pelo se enredabe en aquella lucha entre "Lo viejo" y "Lo nuevo", hasta llenarle la boca de palabras que le producían arcadas. Y entonces fue, cuando aprendió sin saber que estaba aprendiendo, que aquel disparo esclarecedor lejos de asesinar alguna parte de ella, era la única forma de comenzar aquella complicada e individual tarea : Reconstruir los pedazos. Plantarse ante algún recuerdo y partirlo, quitarse el mes de abril de la piel, aprender a bucear en medio de la ansiedad y a caminar cuesta arriba en medio de aquellos mundos hostiles.
Por lo demás, su mundo poco a poco va recolocandose : que el bolso le huela a tabaco negro y el cuerpo a chucherías. El café solo con hielo incluso en invierno. Hacer una lista de las cosas que va a aprender (y las que le quedan). Saltar encima de la cama cuando está contenta. Conducir a las 7 de la mañana cantando a pleno pulmón "Honney, sugar, sugar". Querer con rabia. Fotografiar a desconocidos. Sentirse feliz cada vez que es consciente de que "Su vida no está siendo vivida en vano". La nostalgia acariciandole la nuca. Leer el testamento de aquel gran hombre que afirmaba que apesar de todo la Vida era hermosa. El ballantines como forma de vida. El buenrollo que le daba la playa. Los viajes y las cañas en el bar con los amigos arreglando el mundo. Pensar en que apesar de los pesares había sido coherente con lo que sentía. Y un larguisimo etc que le recordaba lo maravilloso que era vivir estando viva.
Ahora se mira al espejo. Hay algo diferente a sus 18. ¡Seamos dialécticos!. Uno es siempre el mismo, solo que distinto. El reflejo la mira, con el flequillo tapandole un ojo y una sonrisa medio burlona le devuelve: "Zasulich, posiblemente eres la mayor idiota deplorable del jodido universo, pero es toda una experiencia vivir SIN miedo"

[Y la vida continúa, pero aquella muy dolorosa lección, será un patrimonio personal que ya nunca le podrán arrebatar]

viernes, 3 de julio de 2009

Preguntas existenciales para el préterito


No se muy bien en que parte del guión se borró todo lo que falta. Busco por los márgenes que te deje en aquellas hojas en blanco, y no consigo encontrar ninguna razón.
Creo que el problema es que me estanco en las partes en la que tu cabeza se perdía debajo de mi jersey. las vergonzosas horas por las que nos arrastrabamos en las paredes asfaltadas de aquella ciudad de extrarradio. Las sonrisas, cuando tu lenguaje cursi misteriosamente empezo a resultarme vacío de cualquier exageración, se suicidaban en besos como ni Klimt o Bresson hubieran conseguido retratar. Tú, en una esquina ,robándome en fotografías. Yo ,en otra esquina, robándote en mis sucios pensamientos, y las pupilas alevosamente vidireccionales entre tu y yo .Mi pelo entre tus labios cuando se confundia tu piel con la mia en el colchon.
Y es entonces cuando pego un frenazo en el presente.
Intento repensar que punto suspensivo se desprendió del resto y asesino la forma plura de todos los verbos que traias entre tus dedos. Entonces es cuando me pregunto ¿Por qué coño, Jean-Pierre Jeunet, ese cabrón responsable de traumas posadolescentes, no editó otro final alternativo para su película?
Sí, aquel final, en el que Nino , de forma imprevista, cogía la motocicleta y se iba sólo escogiendo el fácil y anodino camino de lo cotidiano y las razones técnicas, y dejaba a Amelie, en una acera del barrio de Monmartre, sóla con su gato en los pies, cuando el pretérito, ese doloroso homicida torturaba una tarde de viernes, mientras sonaba paradojicamente la voz dulce de una mujer cantando : "La vie en rose...".

viernes, 22 de mayo de 2009

El comienzo

"Es bueno que las vidas tengan varios círculos. Pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez y no del todo. Falta lo más importante. He escrito tantas veces su nombre dentro. Y aquí, ahora mismo, no puedo cerrar nada..."


Los amantes del círculo polar.


Crataká -algo rebentó-.

[cuatro meses después]


El día despertó sordo. un sutil impacto entre la percepción y el sentimiento, y la espera demorando el infinito inundó los días de aquella catatonía que tenía por BSO "La distancia adecuada".

Ella despertó en medio del vértigo. Mirar para atrás, y saber que siempre hay últimas páginas. Tomar decisiones. Escuchar el párrafo de aquella canción de Rosenvinge que hablar del "renacer".-Qué díficil es siempre darle un tiro a esa columna de la que te quieres deshacer-. Sin embargo, si hubiera notas para eso, siempre le tendrían que haber dado matrícula cum laude.


[Comienzo de un principio]


Empaquetar todo esto en cajas. Tirarlas a la basura, es material no reciclable.

-La vida tiene sus círculos, es verdad-.

cerrar el cíclo "Cómo una nueve en pantalones" y quemar el caos adolescente. Ya no sirve para nada.

Comenzar "gracias por el fuego" y rebentar los esquemas juveniles.


[La distancia adecuada]


Sale a la calle y se compra unos zapatos altos. Ya va a empezar a andar con ellos. Hasta que tu quedes pequeño, diminuto, aislado ,donde habita el olvido del fuego que me regalan derritiendo el sol de este invierno.

Y ella alta, sonriendo, segura sin seguro. Pero con unos zapatos alto sobre los que sabrá andar.


Ya sabes, el lugar..donde cada uno de los dos se merece estar.